Para que una evaluación pericial ( también exploración judicial) pueda valorar correctamente la existencia o no de manipulación psicológica en el menor debe tenerse presente, que el evaluador ( juez, fiscal), psicólogo o psiquiatra tenga formación en alienación parental. Es decir tienen que conocer las características y fundamentos del SAP, los perfiles del alienador, los riesgos presentes y futuros para el menor, y tienen que ser capaces de distinguir entre un caso de SAP, un conflicto de lealtades y un proceso de adaptación de un menor durante la separación de sus progenitores. Son tres cuestiones diferentes que pueden dar lugar a equívocos y por lo tanto, el evaluador o perito debe ser capaz de hacer un buen diagnóstico diferencial.
Hasta que los jueces, magistrados y fiscales no tengan formación en alienación parental y hasta que no entiendan que se trata de un secuestro mental de un menor, muy similar al que realizaría cualquier secta con su seguidor, y que solo pretende conseguir beneficios para el alienador y no para el menor, no entenderán la necesidad imperiosa de dar una respuesta contundente, rápida y eficaz a esa actitud con el fin de proteger a los menores víctimas de alienación parental.
El conflicto de lealtades es un problema emocional o una disyuntiva del menor que siente que debe elegir entre el afecto de su madre y el afecto de su padre, como si ambos sentimientos fueran incompatibles. El grave problema que nos encontramos con los Equipos Psicosociales adscritos a los juzgados de familia y de violencia de género, es que no tienen formación en alienación parental y como los jueces aunque no sean los informes de estos Equipos vinculantes, la regla general es que se apoyan en los informes de estos psicólogos sin formación ni cualificación en SAP y se comenten a diario graves errores judiciales, con consecuencias nefastas para la salud emocional y psicológica para los menores víctimas de esta forma de maltrato psicológico. También para el progenitor rechazado u odiado de manera patológica por su propio hijo.
Los principales síntomas del conflicto de lealtades son tres:
1º.- Resistencia del menor en los intercambios de las visitas. En ocasiones el menor se muestra muy cariñoso en los primeros días de las visitas con un progenitor, para posteriormente pedir hablar o ver al otro progenitor de manera muy insistente.
2º.- Disimulo de su afecto hacia un progenitor ante el otro progenitor, con conductas evitativas y en determinadas ocasiones con conductas hostiles.
3º.- Mentiras y fabulaciones acerca de ambos progenitores.
Con el paso del tiempo el conflicto de lealtades suele aparecer en el tiempo de adaptación del hijo tras la separación o el divorcio y suele solucionarse de manera natural en un periodo relativamente corto, de 6 a 12 meses. Las circunstancias que rodean a cada familia y el contexto son los que favorece, entorpecen o dilatan su extinción.
En algunos casos he comprobado que los menores llegan a rechazar al progenitor que va a recoger al niño en su turno de visita. Sin embargo, a los pocos minutos de estar con el progenitor visitador o bien al día siguiente de estar con el progenitor que sea, su conducta es totalmente normalizada en cuanto a los afectos. Este rechazo inicial y momentáneo no debe interpretarse como que el menor no quiere estar con su progenitor y por tanto le rechaza, o peor aún, de que existe una causa aberrante que explica dicho rechazo ( por ejemplo, algún tipo de maltrato físico o abuso sexual al niño). La correcta interpretación es que el menor no quiere separarse de ninguno de los dos progenitores, ya que siente los intercambios como otras tantas pérdidas de sus padres.
En el SAP también se define el conflicto de lealtades como un dilema emocional, pero con características diferentes. Veamos.
1º.- El menor siente que debe fidelidad a uno de sus progenitores y no a ambos. El conflicto de lealtades es unilateral: el niño cuestiona su afecto únicamente hacia uno de los progenitores, el excluido.
2º.- Las mentiras y fabulaciones hacen referencia al progenitor rechazado o excluido, en cuyo hogar el menor se muestra absolutamente cerrado. Al alienador, por el contrario, le explica y rinde cuentas sobre todo lo vivido en la casa del progenitor alienado o diana. El menor miente al alienador al que le debe fidelidad expresándole lo mal que se encuentra o lo pasa con el progenitor.
Son muchos los menores que haciendo actividades realmente atractivas para cualquier niño, como viajar a Disney, patinar, acudir al zoo, parque de atracciones, etc, mienten diciendo que no han hecho nada durante las visitas o vacaciones con el progenitor rechazado, o mienten de manera descarada diciendo que es un aburrimiento el ir al parque de atracciones, o montar en bici, o acudir al circo, etc…
3º.- En presencia del alienador el menor disimula sus atenciones afectivas hacia el progenitor rechazado, mostrándose a veces como robots sin ningún sentimiento de amor o mostrando un comportamiento de repudio total, o de tratando al progenitor como un auténtico extraño. Por eso mismo, rechaza llevarse regalos u objetos de la casa del progenitor alienado a la del alienador, por temor a que a este le moleste. He comprobado que muchos menores tiran a la basura los regalos que son entregados por el progenitor rechazado.
4º.- En el momento del intercambio de visitas se produce un efecto meseta: Cuando el progenitor rechazado recoge al menor, éste se muestra extraño y arisco, pero una vez transcurrido un tiempo ( horas o días, dependiendo de la gravedad del SAP) pasa a comportarse con normalidad. Días antes de ser devuelto al otro progenitor, sin embargo, el menor nuevamente se muestra arisco y hostil y solicita ser devuelto con la máxima rapidez.
Existen dos periodos de tiempo de desensibilización parental: el momento de la recogida del menor y el de su devolución. Entre ambos se crea un tiempo intermedio en el que la relación entre hijo y progenitor excluido goza de cierta calidad.
5º.- Existe un comportamiento obstaculizador del progenitor alienador durante la convivencia entre el hijo y el progenitor excluido o rechazado, con la intención subyacente de recordar al menor la superioridad del afecto que los une, de “ proteger” al menor de sentirse abandonado por él o ella ( cuando lo que fomenta con este comportamiento es más preocupación en el hijo), y, a la vez, de ejercer un control sobre lo que hace el otro progenitor en su convivencia con el menor.
6º.- El conflicto, en vez de suavizarse con el tiempo, como es el caso cuando es resultado de un proceso de adaptación en la separación o divorcio, se radicaliza hasta el punto de que el menor resuelve su dilema emocional eligiendo a un único progenitor y excluyendo totalmente de su vida al otro padre.
¿ Qué es el efecto meseta?
Es un síntoma propio del Síndrome de Alienación Parental. Tiene lugar en los dos espacios de tiempo que el niño necesita para debilitar el recuerdo de las instrucciones del alienador y posteriormente para volver a recordarlas. Estos dos espacios reciben el nombre de tiempo de desensibilización parental y el otro cuando lo devuelve al alienador. Entre estos dos tiempos se produce un periodo de relativa buena relación entre el progenitor rechazado y el hijo alienado.
No confíen en los psicólogos adscritos a los juzgados. La gran mayoría de ellos no tienen formación en manipulación psicológica a un menor ( SAP) De conformidad con la ley deben tener conocimientos en la materia que hablamos. Antes de someter a sus hijos a una exploración ante estos Equipos, cuando acudan a la evaluación pregunten sin ningún reparo al psicólogo sí tiene formación y cualificación en SAP. Si les dicen que “ eso no existe” o perciben que su ineptitud para el ejercicio de su cargo, comuníquenselo de inmediato a su abogado para plantear la recusación de estos psicólogos y a su vez solicitar un perito experto insaculado – psiquiatra o psicólogo- en materia de SAP o manipulación psicológica a menores.
No deben perder de vista que al igual que no llevarían jamás a sus hijos a un médico sin experiencia y sin especialización, no hagan pasar a sus hijos por el trance de una evaluación con un psicólogo del juzgado inepto en sus funciones.
Esteban Bastida Martín.
Todos los derechos reservados
ISBN 978-84-19304-02-5
Descubre todos los detalles en: